La motivación de los chicos por el trabajo escolar es el factor más decisivo de su rendimiento académico, de su bienestar en el centro y de la satisfacción de sus profesores. En toda la educación obligatoria es más determinante y anhelado por el profesorado el interés de los alumnos, que el hecho de que sean muy listos o inteligentes.
La permanente disposición a hacer un esfuerzo por aprender es una característica personal, que se va construyendo básicamente en la vida cotidiana. Los niños aprenden muchos motivos para implicarse, o no, en las actividades escolares a partir de lo que les enseñan sus padres. El deseo de saber, la confianza en uno mismo, la satisfacción por el trabajo bien hecho, el gusto por trabajar en equipo,... , se lo enseñamos a nuestros hijos, a menudo, de forma inconsciente con nuestras preguntas, comentarios,...o siendo modelo o ejemplo en nuestra vida cotidiana.
La capacidad de motivación y esfuerzo se desarrolla en la vida familiar cuando se retoman cuestiones escolares durante el camino al centro, en la salida, en las horas de deberes; pero también en otras situaciones igualmente cotidianas como las comidas familiares o las actividades de ocio, se pueden generan experiencias de orden, de disfrute o de perseverancia que desarrollan esta capacidad.
La motivación a la que nos referimos debe tener un carácter permanente, no es simplemente la causada por un tema atractivo o un extraordinario profesor, debería sostenerse ante circunstancias menos favorables. Se trata de que ellos mismos puedan buscarse buenos motivos para implicarse en las actividades.
La utilidad del cuestionario que presentamos es indudablemente dar ejemplos concretos de cosas que se pueden hacer en la vida diaria, lo valoramos como una oportunidad para los padres de cuestionar o reafirmar la relación y guía que están ofreciendo a sus hijos.
Accede al cuestionario
http://docs.google.com/Doc?id=dg54cs83_19dp9p6wgx
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